El buen aprendizaje requiere dormir bien
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Un estudio muestra que la memoria relacional depende de que existan descansos en el aprendizaje y, más importante aún, que se duerma bien por la noche.
Una cosa es memorizar una serie de cosas y otra distinta es entender bien y aprender cómo una serie de hechos se interrelacionan entre sí, y por tanto tener una visión global del conjunto. No basta con conocer las piezas del puzzle, hay que saber cómo encajan unas con otras.
Los que nos hemos dedicado o nos dedicamos a la enseñanza vemos muy claramente la diferencia entre los estudiantes que han medio memorizado unos contenidos sin entenderlos muy bien y aquellos que han entendido dichos contenidos, los pueden poner en relación unos con otros, sacan conclusiones correctas, resuelven un problema planteado y en definitiva aprueban la asignatura.
La clave está en cómo conseguir lo segundo. Además de voluntad, capacidad de sacrifico, que guste la materia y dedicar un tiempo suficiente al estudio, ¿hay alguna manera de mejorar esta capacidad de entender y recordar bien contenidos?
De acuerdo a un estudio realizado por investigadores del Beth Israel Deaconess Medical Center (BIDMC) y del Brigham and Women’s Hospital (BWH) publicado en PNAS, sí que hay factores que condicionan el aprendizaje relacional: la manera más efectiva de obtener esa memoria relacional es tomarse descansos en el proceso y dormir bien por la noche.
Según Jeffrey Ellenbogen, posdoc en Harvard Medical School y neurólogo en BWH, la gente asume que conocemos todo lo que conocemos porque lo aprendemos directamente, pero esto es sólo parcialmente cierto. Podemos aprender piezas individuales de información pero también podemos aplicarlas de manera novedosa y flexible.
Si sabemos que A es mayor que B, y que a su vez B es mayor que C, entonces podemos deducir que A es mayor que C. El tercer enunciado se puede deducir mediante un proceso denominado inferencia transitiva. Éste es el tipo de memoria relacional que los investigadores estudiaron durante el experimento.
Previamente ya mostraron que el sueño mejoraba activamente las tareas orientadas de la memoria de procedimiento, como cuando aprendemos a andar, a coordinar los miembros, a tocar un instrumento, a montar en bicicleta o a jugar a algún deporte.
Debido a que la memoria relacional es fundamental para el aprendizaje y el conocimiento, estos investigadores decidieron explorar cómo y cuándo surge este conocimiento inferido. Como hipótesis supusieron que se desarrolla durante los periodos de descanso, como la memoria de procedimiento, y que puede ser mejorada durante los periodos de sueño.
Entonces reclutaron a 56 voluntarios para participar en las pruebas. A estos estudiantes universitarios se les mostraron cinco pares de figuras ovales coloreadas con las que no estaban familiarizados (ver foto).
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Luego se les pedía si los patrones expuestos eran correctos o no, si por ejemplo la figura A era “mayor” o “ganaba” a la B o no. Los estudiantes aprendieron los pares individuales, pero no se les dijo la jerarquía oculta detrás de los cinco pares de figuras.
Después de 30 minutos de estudio a los estudiantes se les separó en tres grupos para ver si entendían el concepto global detrás de los agrupamientos de figuras.
Al primer grupo se le preguntó acerca del asunto a los veinte minutos, al segundo al cabo de 12 horas y al tercero al cabo de 24 horas. Además a la mitad del grupo 2 se les permitió dormir en ese periodo de 12 horas, mientras que a la otra mitad se les obligó a mantenerse despiertos. Los individuos del grupo 3 tuvieron una noche de sueño normal.
Según los test de prueba había diferencias notables entre los diferentes grupos, especialmente entre los estudiantes que durmieron y aquellos que no lo hicieron.
El grupo que obtuvo los peores resultados fue el primero. Aunque eran capaces de recordar elementos individuales como que la figura A era “mayor” que B, no eran capaces de discernir las relaciones jerárquicas entre las figuras. No veían la idea general detrás de todo ello.
El tercer grupo, por otro lado, demostró una claro entendimiento de las interrelaciones entre pares de figuras. Estos individuos eran capaces de dar el salto de juicio de inferencia al dar al cerebro tiempo para reflexionar inconscientemente sobre el asunto. Lo más notable es que cuando la inferencia era particularmente difícil los estudiantes que durmieron entre las pruebas lo hicieron aún mejor.
Esto significa que el sueño está implicado en el procesamiento cognitivo de nuestra memoria y que el conocimiento se expande con el tiempo y con el sueño.
El hallazgo apunta a un importante beneficio que no se había considerado previamente. Dormir no sólo fortalece la memoria de la persona, sino que además “entreteje” todas las piezas de información entre sí y ayuda a entender las asociaciones entre ellas.
Te vas a la cama con las piezas del puzzle en la cabeza y te levantas al día siguiente con el puzzle ensamblado.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Resumen del artículo original en PNAS.
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