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Un chicle que no se pega.



Científicos de la Universidad británica de Bristol han inventado un chicle que no se pega.

El secreto se encuentra en un nuevo polímero que, mezclado con otra sustancia similar, repele y atrae el agua, según indicó al diario británico The Times el creador del nuevo compuesto y profesor de Química Física, Terry Cosgrove.

El resultado, un chicle que no se pega en mojado ni en seco, si bien de momento esta nueva goma está todavía en experimentación.

"Tenemos la base de la goma de mascar sin sabores ni otros ingredientes. Es como un chicle masticado durante mucho tiempo", explica hoy en el diario The Times el profesor, a quien le surgió la idea tras ver los bajos de los bancos llenos de chicles pegados.
Chicles pegados por todas partes

"Normalmente la gente no se da cuenta hasta que se le pega uno en la suela del zapato", continúa, "pero una vez que empiezas a buscarlos, te das cuenta de que los hay por todas partes".

El chicle normal repele el agua, por lo que hay que quitarlo con mangueras de vapor a alta presión.

El invento ganó el jueves el premio Nuevo Proyecto de la Universidad de Bristol, dotado con 30.000 libras esterlinas (49.200 euros), con las que el científico podrá continuar la investigación.

Además, está buscando un socio para ayudarlo con el marketing. El éxito llegará cuando consigan que el nuevo chicle tenga sabor y sea igual que el antiguo.

Aparte de este uso, Cosgrove asegura que el nuevo polímero también se podría usar para limpiar graffitis o en hospitales, para evitar que las bacterias se adhieran a los guantes.

Cumbre del chicle

En febrero pasado el Ayuntamiento de Liverpool albergó una "cumbre del chicle" para reclamar un impuesto especial sobre ete producto que ayudaría a pagar los cerca de 220 millones de euros anuales que cuesta limpiarlos.

Desde entonces, 31 ayuntamientos se han unido a los fundadores de la campaña (Cardiff, Edimburgo, Belfast y Dublín). Sin embargo, a pesar de la multa de casi 75 euros libras por tirar un chicle en la calle, de poco ha servido para reprimir a los masticadores que los arrojan al suelo.

El Ayuntamiento de Westminster estima en 450.000 euros al año el coste de limpiar las calles de chicles, y se calcula que cada año se mascan en todo el Reino Unido 935 millones de piezas.

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