La vida se podría haber formado sobre cristales.
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¿Pero cuáles, de las incontables posibilidades de combinación entre biomoléculas y superficies minerales, fueron las más importantes en esta evolución?
Esta pregunta ha sido una espina en la mente de los científicos durante años, debido a la gran cantidad de posibilidades.
Recientemente, un equipo interdisciplinario de investigadores dirigido por Robert Hazen, del laboratorio geofísico de la institución Carnegie y anterior presidente de la sociedad mineralógica de Norteamérica, ha desarrollado nuevos protocolos y procedimientos para adaptar la tecnología de microarray de ADN (también llamada tecnología de biochip) para que sirva para identificar con rapidez las combinaciones más prometedoras de asociaciones molécula / mineral.
Hazen describe este trabajo en el ejemplar de noviembre / diciembre de la publicación American Mineralogist (Mineralogista Norteamericano).
El resto en el artículo publicado por Axxon:
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