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La vida se podría haber formado sobre cristales.












En la última mitad del siglo XX, los investigadores descubrieron que las superficies minerales pueden haber desempeñado un papel crítico en la organización y activación de las moléculas que se convirtieron en los ingredientes esenciales para la vida, tal como los aminoácidos (los bloques de construcción de las proteínas) y ácidos nucleicos (que son la esencia del ADN).

¿Pero cuáles, de las incontables posibilidades de combinación entre biomoléculas y superficies minerales, fueron las más importantes en esta evolución?

Esta pregunta ha sido una espina en la mente de los científicos durante años, debido a la gran cantidad de posibilidades.

Recientemente, un equipo interdisciplinario de investigadores dirigido por Robert Hazen, del laboratorio geofísico de la institución Carnegie y anterior presidente de la sociedad mineralógica de Norteamérica, ha desarrollado nuevos protocolos y procedimientos para adaptar la tecnología de microarray de ADN (también llamada tecnología de biochip) para que sirva para identificar con rapidez las combinaciones más prometedoras de asociaciones molécula / mineral.

Hazen describe este trabajo en el ejemplar de noviembre / diciembre de la publicación American Mineralogist (Mineralogista Norteamericano).

El resto en el artículo publicado por Axxon:

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