Pensar engorda.

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Científicos de la Universidad de Laval en Québec, Canadá, han publicado un estudio que concluye que pensar demasiado engorda.

Estudios anteriores ya habían descubierto que por término medio una sesión de trabajo intelectual requiere tres calorías más que una sesión de descanso.

No obstante nuevos estudios experimentales han puesto de manifiesto que a pesar de este bajo coste energético los estudiantes consumen espontáneamente 203 calorías más después de realizar un resumen de texto, y 253 calorías más al finalizar pruebas con un ordenador. Incremento del 23,6% y 29,4% con respecto al período de descanso.

Las muestras de sangre tomadas antes, durante y después de cada sesión revelaron que el trabajo intelectual provoca fluctuaciones en los niveles de glucosa e insulina más grandes que los períodos de inactividad, ante las que el cuerpo reacciona provocando la sensación de hambre.

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