Cientos de especies de insectos pasan gran parte de su tiempo bajo el agua, donde pueden tener mayor facilidad para obtener comida que fuera de ella. Un grupo de matemáticos ha deducido ahora cómo exactamente logran respirar estos insectos bajo el agua sin ser criaturas subacuáticas en el sentido estricto.
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Gracias a su cubierta exterior, que repele al agua, cuando estos insectos se sumergen atrapan una fina película de aire alrededor de sus cuerpos. Esta burbuja no sólo sirve como un tanque de oxígeno, sino que también permite que los insectos absorban el oxígeno del agua circundante.
Algunos se han adaptado a la vida subacuática empleando esta burbuja a manera de pulmón virtual. Gracias a ella, los insectos pueden permanecer bajo el agua indefinidamente, y bucear a tanta profundidad como 30 metros, según los resultados del estudio realizado por John Bush, profesor de matemáticas aplicadas en el MIT, y por Morris Flynn, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Alberta. Incluso algunas especies, como la Neoplea striola, la cual es nativa de Nueva Inglaterra, hibernan bajo el agua todo el invierno.
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